jueves, 11 de diciembre de 2008

LA HABITACION

Recuerdo que era una habitación ni muy pequeña ni muy grande, de medida, la justa. En una de sus cuatro paredes disponía de una ventana, en la pared orientada al Noroeste. No recuerdo que hubiera puerta, ni de entrada ni salida, con lo cual, nunca he llegado a explicarme cómo pude acceder en su interior, si no fuera quizás a través de la ventana, aunque ésta, extrañamente siempre recuerdo haberla visto cerrada.
Por esta ventana, hacia las 18 horas, accedía siempre, fuera la época del año que fuera un rayo de sol, atravesando el habitáculo sin impedimento alguno, pues no existía ni mueble ni enser que dificultara su trayectoria, la trayectoria era oblicua hasta llegar justo a la medianera de la pared del Noreste, dibujando una línea de luz y calor suficientemente agradable como para esperarla pacientemente durante el resto del día.
Apoyaba mi espalda en ese pedazo de pared, de yeso, desnuda y blanca, bañada por ese rayo de sol crepuscular. A mi derecha quedaba situada la ventana, a la izquierda mas pared, sola y algo grisácea por el descuido de años, frente a mi, se cerraba el cuadrilátero, justo donde yo esperaba siempre que hubiera una puerta, en su lugar, colgaba a media altura un crucifijo, un poco torcido, ligeramente ladeado hacia la izquierda, de madera y unos 30 centímetros de largo aproximadamente. Siempre me he preguntado cómo es posible que un hombre diera su vida por Amor, por amor al prójimo, que diera su vida a cambio de la felicidad de los demás, y que en su momento, en el momento de los hechos, hubiera tan poca gente que apostara por él.
No me considero una persona religiosa, pero reconozco que siempre me ha fascinado la historia de Jesucristo, incluso la de algunos santos y santas o mártires, capaces de entregar lo más preciado por el bienestar de los demás, darlo todo y sufrir en las propias carnes el dolor de la tortura, sentir la soledad del rechazo y el castigo del poder de algunos, por el mero hecho ser solidario con el necesitado, por ayudar al desvalido, por desear la paz y el amor entre los seres humanos.

A veces necesito creer que la esperanza no a muerto, y que mi hijo, algún día podrá disfrutar de un mejor entendimiento entre los pueblos, entre las personas y que el rumbo que marque en la carta de su vida le llevará a descubrir nuevos y mejores valores, y que no será necesario que sufra ni muera nadie para llegar a ello.

Ya es tarde, ahora por la ventana ya no asoma el rayo de luz, solo se aprecia el cielo crepuscular, el astro rey se esconde detrás de ese horizonte que siempre perseguimos, cuando despierte abriré la ventana, ahora tan solo intento conciliar el sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mai s'ha de perdre l'esperança!! Cada dia hi ha motius per renovar aquesta afirmació, només cal saber mirar lal vida amb els ulls plens d'il.lusió. Igual que aquell raig de llum de la teva habitació, que cada día s'esmunyía per omplir-la d'escalfor....així, cada dia, ens podem trobar amb moments que ens escalfin.
Hi ha una frase de M. L. King que m'agrada molt: "si em diguessin que demà mateix s'acaba el mon....encara avui plantaría un arbre"

Gracies per aquest moment de lectura, que a mi m'ha omplert d'escalfor.

Un petonasss

IMMA

liberty dijo...

Me fascina cuando te leo y admiro tu capacidad de imaginar, yo que soy una mera narradora de los acontecimientos que me sucenden...siempre admiré la imaginación.....
En cuánto al fondo, creo que nuestros hijos disfrutaran de este mundo en la medida que sepan rodearse de la buena gente, que sin duda hay en él....
Un placer conocerte y leerte...